Crisis ecológica global
- Ricardo Andrés Lozada
- 1 sept 2016
- 6 Min. de lectura

La crisis ecológica global se manifiesta de manera general en cinco aspectos. El primero está relacionado con la pérdida incesante de la biodiversidad, el segundo con el calentamiento global de origen antropogénico, el tercero se refiere a la crisis global de los sistemas alimentarios, el cuarto a los altos niveles de desigualdad y pobreza y el último a la intensificación y expansión de las luchas por el territorio.
Antes de exponer estas manifestaciones, se presenta una breve reflexión sobre las causas o factores que han suscitado una crisis ecológica global, crisis que está marcando un cambio estructural en el devenir de la humanidad.
La era de la supervivencia (Giraldo Palacio, 2014), la sexta extinción masiva (Ehrlich & et al, 2015), la sociedad del riesgo (Beck, 1998), crisis civilizatoria (Bartra & Holloway, et al, 2013) y crisis de la modernidad (Morin, 2010), son algunos de los nombres que reconocidos pensadores le han dado a una era caracterizada por las guerras, la destrucción y la muerte. La crisis actual no es una crisis más del capitalismo (como la de 1929 o 2008), por el contrario, es una crisis multidimensional, sistémica y definitiva, en tanto está vez, el modo de producción está destruyendo las bases mismas que posibilitan la vida y sus procesos regenerativos.
El individualismo, el egoísmo, la separación ser humano-naturaleza, el antropocentrismo, el eurocentrismo, la competencia, la racionalidad cientifico-económica, la mercantilización de todas las esferas de la vida y la idea del progreso ilimitado son algunas de las causas profundas que hoy en día tienen a la humanidad y a muchas otras especies al borde de la sexta extinción masiva. Es importante resaltar que a diferencia de muchos mensajes que se escuchan en medios de comunicación y en las altas esferas gubernamentales, la crisis ecológica global tiene causas enraizadas en lo más profundo de la modernidad capitalista, siendo los aspectos ya mencionados al inicio, las meras manifestaciones. En otras palabras, una economía fosilizada, dependiente al 100% de los hidrocarburos, es la manifestación del problema y no la causa.
Algunas personas opinan que en la transición hacia una economía jalonada por energías renovables está la clave para solucionar la crisis climática global. Sin duda alguna es un paso que hay que dar, sin embargo el asunto de fondo está en romper con el antropocentrismo, el individualismo y con todas las formas de discriminación que están impregnadas en la cultura capitalista. En éste sentido Naomi Klein (2015) manifiesta que las soluciones basadas en la geoingeniería (espejos espaciales para reflejar los rayos del sol, mangueras espaciales que esparcen azufre y que ayudan a disminur la temperatura, entre otras) son acciones que podrían tener impactos a corto y mediano plazo, y que aparte, esconden un riesgo que no es posible predecir dada la incertidumbre que cobija al funcionamiento del universo y de la Tierra. La solución pasa por inculcar la solidaridad, la empatía y el biocentrismo como los valores supremos.
Edgar Morin asegura que la Modernidad se manifiesta en tres grandes mitos: 1) el dominio del universo, 2) el progreso y 3) el mito de la felicidad. Estos mitos son los que han conducido y motivado la explotación y extracción violenta de la naturaleza y de los seres humanos. La felicidad y el progreso se miden por la capacidad que tienen las personas de consumir productos y recursos por encima de las demás, aspectos que son determinantes para valorar personas, pueblos y naciones enteras. El consumo desbordado de objetos y servicios innecesarios, con la idea de un progreso ilimitado que brinda felicidad y que se sustenta en la explotación de la naturaleza como fuente inagotable de “recursos”, es una de las contradicciones del capitalismo que muy bien describe David Harvey (2014). La destrucción de la naturaleza es evidente, sin embargo, en una época de catastrófes ambientales, el capital aprovecha su “naturaleza” para ampliar sus tentáculos, al tiempo que expande el discurso del “desarrollo sostenible”, concepto ambiguo y contradictorio, pero que ha servido para legitimar y continuar con la mercantilización de la naturaleza. Harvey asegura que el Capital cada día se interna y coloniza todas las formas de vida existentes en La Tierra, incluyendo los aspectos más imperceptibles de la vida humana. Su ecología, como lo denomina el geográfo, lo obliga a conquistar todos los espacios de lo viviente, sin embargo esta expansión es lo que está conllevando a una reacción y resistencia de movimientos sociales, ecologistas y defensores de derechos humanos:
“Se trata en realidad de una revuelta de nuestra propia naturaleza contra aquello en lo que hemos de convertirnos para sobrevivir dentro del ecosistema que el capital forzosamente construye…Están plantadas las semillas de la sublevación humanista contra la inhumanidad que presuponen la reducción de la naturaleza y de la naturaleza humana a la pura forma mercancía” (Harvey, 2014).
La incursión del Capital en todos los ámbitos de la vida y de la naturaleza ha intensificado los conflictos ambientales en el mundo. El Atlas de Conflictos Ambientales[1], proyecto liderado por Joan Martínez Alier, identifica 1.826 luchas territoriales en el que está de por medio la defensa popular de valiosos servicios ambientales frente a la voracidad depredadora del gran capital.
El cambio climático, la destrucción de la biósfera, la crisis del sistema alimentario global, la desigualdad, la pobreza y las luchas por el territorio son manifestaciones de la crisis que están plenamente relacionadas e interconectadas. No es posible comprender la una sin estudiar el conjunto de los aspectos que evidencian la crisis ecológica global. La modernidad capitalista, apoyada en la mercantilización de la vida y en la idea de un progreso sin fin como medio para alcanzar la felicidad, ha puesto por encima de la Madre Tierra, la acumulación de riqueza, la rentabilidad, la competencia y el individualismo. Éste pensar y actuar del “hombre” moderno está destruyendo la biósfera y acabando poco a poco con el sustento principal para la vida: el suelo.
Esta crisis planetaria tiene sus inicios más profundos en la conquista de Abya Yala * y en la revolución industrial, sin embargo en los últimos 60 años el proceso destructivo ha presentado un aumento exponencial como resultado de la emergencia de las políticas neoliberales que conllevaron a una profundización del capitalismo y a su expansión a prácticamente todos los rincones del planeta. Uno de los ejemplos más representativos es el de la imposición de la Revolución Verde como fórmula mágica para acabar con el hambre. Bajo el discurso del progreso y de los avances científicos en la química y mecánica, el Capital impuso un modelo de explotación agropecuaria que ha dejado nefastas consecuencias en todo el mundo.
Hoy en día el hambre perdura, los precios de los alimentos aumenta, los suelos están degradados, se deforestan cientos de hectáreas de selva por minuto, se concentra la propiedad sobre la tierra, aumenta la desigualdad y las enfermedades por el uso intensivo e indiscriminado de agroquímicos. La agroindustria y su sistema alimentario generan entre el 40 y 50% de los gases efecto invernadero (Grain, 2011). El interés por extraer del suelo-tierra todas las ganancias posibles en corto tiempo, ha dejado a la humanidad al borde del colapso.
La lucha por controlar los “recursos naturales” como elemento fundamental para la reproducción del Capital, ha suscitado la intensificación de los procesos extractivos de hidrocarburos y minerales, el acaparamiento de tierras, de semillas, plantas, saberes y naciones enteras. Estamos viviendo la era de la supervivencia, una era en la que se intensifican las contradicciones entre el Capital y la Naturaleza, tal cual lo asegura Harvey.
También estamos en la sociedad del riesgo, lo que significa que la humanidad ha entrado en un estado de defensa permanente frente al aumento exponencial de eventos climáticos que están poniendo en peligro la vida y la salud de millones de personas en todo el mundo. Inundaciones, sequías, epidemias, accidentes nucleares, derrames de petróleo, armas de destrucción masiva, olas de calor, tormentas, tsunamis y terremotos, al parecer son las formas como la naturaleza está empezando a adaptarse a las nuevas circunstancias creadas por la actividad humana. También son mensajes claros para la humanidad, si seguimos en éste camino de voracidad y consumismo despiadado, estaremos condenados a pasar muy malos días como especie.
Publicado el 30 de agosto en Revista Artefacto Bloqueado: https://revistaartefactobloqueado.wordpress.com/2016/08/30/crisis-ecologica-global/
* Abya Yala, nombre que los Kunas le daban a nuestro continente antes de la conquista europea.
Referencias
Bartra, A., Ceceña, A., Esteva, G., & Holloway, J. (2013). Crisis civilizatoria y superación del capitalismo. (R. Ornélas, Ed.) Ciudad de México: Universidad Autónoma de México.
Beck, U. (1998). La Sociedad del Riesgo. Hacia una nueva modernidad. (J. Navarro, D. Jiménez, & B. María, Trads.) Barcelona, España: Páidos Básica.
Ehrlich, P. , Barnosky, A., García, A., Pringle , R., & Palmer, T. (2015). Accelerated Modern Human– Induced Species Losses: Entering the Sixth Mass Extinction. Science.
Giraldo Palacio, O. F. (2014). Utopías en la era de la supervivencia. Una interpretación del buen vivir. México: Itaca- Universidad Autónoma de Chapingo.
Grain. (2011). El gran robo de lo alimentos. Cómo las corporaciones controlan los alimentos, acaparan las tierras y destruyen el clima. Barcelona: Icaria Editorial.
Harvey, D. (2014). Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo. Quito: Instituto de altos estudios nacionales del Ecuador.
Klein, N. (2015). Esto lo cambio todo. El Capitalismo contra el Clima. Barcelona: Paidós.
Morin, E. (2010). ¿Hacia el abismo? Barcelona: Paidós.
Imágen obtenida de: https://kaptaphotopress.wordpress.com/ Paper Blog
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