La magia de un jardín comestible: un espacio lleno de vida, cantos, olores, sabores y colores. Presuntamente es habitado por gnomos y duendes, no se pueden ver pero se sienten; en el jardín comestible las plantas nos hablan, en el jardín comestible la competencia y las relaciones de cooperación hacen parte del día a día; la complejidad de todo se confunde con el hermoso caos que reina; en el jardín comestible las semillas se reproducen por sí mismas o con la ayuda de las cientos de miles de abejas y coloridos pájaros que lo visitan a diario. El jardín comestible tiene una fuerza arrolladora y expansiva que sana, que invita a la reflexión y al trabajo. El jardín comestible no es solamente un espacio para producir alimentos, eso es algo inmanente a su razón de ser, el jardín comestible es un espacio idóneo para la convivencialidad, también y sobretodo, es un lugar para vivir experiencias de ecología profunda, es un espacio para la felicidad.